La pose, la cara, esa bocaza abierta... Pero la cosa no queda ahí. Lo efusiva que es con los directores casados. Ni en Cannes, cuando su novio de pega era aplaudido por la gente, fue capaz de abrazarlo de esta manera. Otra prueba más de que la química entre ella y Mamerto era escasa. En cambio, con los directores casados, se roza a más no poder. (x)
Y mientras tanto, Ruperto en LA esperando a que su fulanita vuelva. ¿Qué hace ella? Estar en París con un director nuevo y casado. Se repite la historia...
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